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ECHAR LA MIRADA ATRÁS PARA SEGUIR MIRANDO ADELANTE


Ayer, cuando ponía el dato de cuenta bancaria que todos queríamos conocer tras el empujonazo de la verbena, la cuenta acababa de cumplir cuatro semanas en funcionamiento. Si a cualquiera de nosotros nos hubieran dicho en ese momento dónde estaríamos ahora, no lo creeríamos. Y es que, a veces, las cosas salen bien. Y lo hacen porque hay muchos motores funcionando en la misma dirección. Hay gente que se mete más en las actividades y hay gente que participa asistiendo, estando. Hay personas, como los niños, que aprenden que, aparte de pasárselo bien en el verano por haber hecho bien su trabajo estudiando, pueden hacer cosas que son diferentes y en las que son iguales o mejores que sus adultos: porque ellos siempre lo dan todo con alegría.

Por eso piendo, que tenemos que echar la mirada atrás para ver lo que se ha hecho, lo que se ha conseguido y cómo se ha hecho. Aprender de lo que, movidos por la urgencia y el corazón, no salió como esperábamos y también de lo que salió mejor de los que esperábamos.

Mirar atrás para agradecer a las personas, colectivos, empresas, cofradías, asociaciones... que se han implicado en una medida u otra. Y a muchas otras personas que no nos conocen, que habrán tenido que echar mano del mapa para situarnos en él, pero que no se lo han pensado dos veces a la hora de aportar lo que podían, poco o mucho.

Ese es el resultado de mirar atrás, pero tenemos que mirar adelante, al camino que nos queda. No sé dónde, pero alguien me decía que era muy importante haber llegado tan lejos. Yo le decía que sí, pero que el horizonte es horizonte hasta que se llega. Por eso, porque a pesar del calor, del cansancio, de las dificultades que entraña poner en marcha cada actividad, NO PODEMOS DE DEJAR DE MIRAR AL HORIZONTE, a ese punto que nos hemos marcado como el mejor para que Manuel pueda ir tranquilo a operarse con el mejor. Eso, él lo sabe, no le da ni nos da la certeza de nada, pero todos estaremos satisfechos de haberle dado la mejor oportunidad. Esta vez, todos compartiremos esa incertidumbre que esta familia ha vivido 13 veces en 24 años. Será una carga más repartida. Esperamos y creemos que será una carga con final feliz, y que todos esperaremos ver a Manuel regresar con su aorta reparada y su sonrisa radiante. Cansado, sin fuerzas, pero radiante. No olvidemos que ESE ES EL HORIZONTE, AHÍ ES DONDE TENEMOS QUE MIRAR. Lo que ya se ha hecho, hecho queda. Lo que queda por conseguir, eso es lo importante ahora.


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